Italia: Muere Claudia Cardinale, la novia de Italia
Italia: Muere Claudia Cardinale, la novia de Italia
La actriz, indomable leyenda del cine europeo de los 60 y
los 70, ha muerto en París, donde residía desde hace décadas, a los 87 años.
La actriz italiana Claudia Cardinale ha muerto este martes a
los 87 años en París, la ciudad donde residía desde hace ya varias décadas. Con
su muerte, se va una de las intérpretes que definió el cine europeo del siglo
XX y que nunca se conformó con el papel de mero adorno. Nacida en Túnez en
1938, de padres sicilianos, creció en un ambiente colonial y católico que poco
tenía que ver con la carrera fulgurante en el séptimo arte que acabaría
forjando. De pequeña, de hecho, no soñaba con Hollywood sino con ser una
exploradora. Al cine llegó de pura casualidad: un director francés la reclutó a
la salida del colegio para un corto, y lo que parecía una anécdota acabó
convirtiéndose en el inicio de una leyenda.
La joven Claudia saltó a la fama después de ganar un
concurso de belleza en Túnez que la catapultó hasta la Mostra de Venecia. Una
vez allí, descubrió Italia, el país que ha marcado su árbol genealógico y
decidió quedarse. Un año después de pisar suelo italiano, Monicelli le daba su
primer papel de peso en Rufufú (1958). Tenía 20 años y empezaba una carrera a
la que, literalmente, se dedicó en cuerpo y alma. Lo hizo incluso cuando,
después de ser víctima de una violación en la adolescencia, se quedó embarazada
y decidió criar a su hijo Patrick en secreto, haciéndolo pasar durante años por
su hermano menor.
A pesar de esas sombras, Claudia Cardinale brilló con
intensidad en los años 60 del siglo pasado. Se convirtió en musa de Federico
Fellini en Ocho y medio y de Luchino Visconti en El Gatopardo, forzando una
pelea por ella cuando ambos no se podían ver en pintura. Deslumbró en Rocco y
sus hermanos o sedujo a directores como Sergio Leone, con su inolvidable papel
de prostituta en Hasta que llegó su hora; también enamoró a Werner Herzog, que
la fichó para Fitzcarraldo. En España, rodó El artista y la modelo (ganadora de
la Concha de Plata a la Mejor dirección en el Festival de San Sebastián) a las
órdenes del oscarizado Fernando Trueba. Conquistó en pantalla a Marcello
Mastroianni, Alain Delon y también a medio planeta, pero a todos supo decirles
que no cuando era el momento.
Hollywood la tentó, sí. Y allí rodó con John Wayne, Rita
Hayworth o Anthony Quinn. Pero Claudia Cardinale, a la que bautizaron como
"la novia de Italia", nunca se dejó dominar por nadie ni por los
estudios estadounidenses. Lo suyo era Italia, Francia, el Viejo Continente y
sus rodajes infinitos: “Me siento europea y en Europa quiero vivir”, sentenció.
Tampoco le impresionaron Alfred Hitchcock, Barbara Streisand o Steve McQueen.
Tampoco que la prensa especializada, en los años álgidos de su carrera,
insistieran en presentarla como la rival de otro icono del cine y de la
belleza, la francesa Brigitte Bardot, aunque ella siempre negó cualquier
enfrentamiento con la actriz.
En lo personal, convivió con el productor Franco Cristaldi
(un matrimonio que ella misma terminó anulando) y, más tarde, con el director
Pasquale Squitieri, al que siempre calificó como “el único hombre” de su vida.
Con él tuvo a su otra hija, Claudia. Pero incluso en las relaciones íntimas
supo mantener ese aire indomable que la convirtió en referente.
Con más de 130 películas a sus espaldas, Claudia Cardinale
se negó a ser simplemente "el mito erótico" que la industria le
imponía. Rechazó la cirugía estética (“Me reconozco y es suficiente”) y dedicó
los últimos años de su via a causas sociales, de la defensa del medio ambiente
hasta la lucha contra la violencia machista. En París, ciudad en la que se
refugió del acoso de los paparazzi italianos, ha fallecido una mujer que nunca
se dejó encasillar.
Se marcha Claudia Cardinale, la "novia de italia",
de mirada felina y voz grave. Un mito, sí. Pero, sobre todo, un ejemplo de cómo
plantar cara al machismo de la industria, de cómo vivir sin pedir perdón por
ser libre.
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